martes, 19 de octubre de 2010

Cómo se siente el niño cuando sus padres discuten


Un tema interesante y pocas veces tratado en profundidad:


Cómo se siente el niño cuando sus padres discuten

Hace unos días he leído una noticia que me ha hecho dar vueltas a la cabeza. La Policía local de Murcia, España, detuvo a una pareja por agredirse mutuamente dentro de un coche en marcha, en presencia de sus dos hijos, de 3 y 5 años de edad. Lo primero que me ocurrió pensar y cuestionar fue cómo se sentirán los pequeños. ¿Cómo interiorizan las peleas y discusiones de sus padres?
Claro, ¿Quién no ha discutido alguna vez? Discutir de vez en cuando puede ser incluso saludable para exteriorizar los sentimientos en lugar de guardarlos para uno mismo. Es importante que digamos lo que sentimos, pensamos, incluso cuando no estamos de acuerdo. Los padres suelen discrepar por distintos motivos, por las tareas domésticas, por las actividades del fin de semana e incluso por la educación de los hijos. Lo que no me parece justo, aunque alguna vez todos nos olvidamos y acabamos haciéndolo, es que se discuta delante de los niños. Una discusión es como una pelea en la que se usan palabras.

¿Sabes qué siente un niño cuando sus padres discuten?

Los gritos y las palabras de enfado que utilizan los padres en sus discusiones pueden asustar a los pequeños. Aunque no percibas, los niños se preocupan hasta cuando sus padres, por alguna discrepancia, se dejan de hablar. ¿Os acordáis del nadador Michael Phelps que ganó un montón de medallas en los últimos juegos olímpicos? En una de sus entrevistas, él reveló que han sido las peleas de sus padres lo que le llevó a nadar. Para no escuchar los gritos y el vocerío de sus padres, él se metía y buceaba en la piscina de su casa y nadaba hasta que sus padres se acallaban. Años después sus padres se separaron.

Los niños pueden sacar conclusiones erróneas y precipitadas de los altercados de sus padres. Cuando los padres se muestran alterados y fuera de control por algún asunto relacionado a ellos, estos pueden sentirse culpables de la discusión. Pueden pensar incluso que sus padres van a divorciarse, se entristecen, lloran, y eso puede llevarles a sentir dolores de cabeza, dificultad para conciliar el sueño y a no querer ir al colegio.

Por otro lado, eso no quiere decir que los padres no puedan discutir. No hay familias perfectas. Incluso en el hogar más feliz pueden surgir problemas y discusiones. Sin embargo, como todo, debe haber un límite, para evitar que una simple discordia no vaya demasiado lejos y llegue a los gritos, insultos y a la violencia. Es importante que los niños sepan que las opiniones se pueden chocar en algún momento, pero que eso no significa que todo va a acabar. Puede ser el inicio de una charla con ellos.


Fuente: Vilma Medina, guiainfantil.com

1 comentario:

Inma dijo...

Un buen artículo que lleva a la reflexión colectiva.
Felicidades por el blog y os animo a retomar el proyecto.